30.09.11

Limmat es Limago

Dice que su relación con las babosas es de simple vecindad.
Que, dicho sea de paso, las encuentra repugnantes.
 -¡Ah, como la mayoría de la gente! me sorprendo.
 -Te recuerdo que yo también fui gente, e incluso príncipe…de pronto interrumpe en seco su relato (se ha percatado de mi gesto al ver moscas en su lengua)
-No te vayas, Frosch. ¿Y el blog?

Disminuye el paso. Se detiene. Piensa.  Y termina de tragarse las moscas y su orgullo.
Brinca hasta tocar el agua.
Se da la vuelta y, ceremonioso, abre los brazos:
El río Limmat Limago
Es el río que atraviesa Zúrich. Mi hogar. Es aquí donde transcurren la mayor parte de mis días.
En sus orillas encuentras no sólo babosas, sino todo tipo de bichos unos más raros que otros y, por supuesto, también están los típicos habitantes de los ríos y sus orillas. Ya sabes, peces, patos, luciérnagas…
Todos los animalitos son a su manera encantadores… sí, incluso los que ingiero.
Pero las babosas me dan asco. Sí, las encuentro repugnantes. Pero no por ser babosas y porque se arrastren dejando baba en el camino, como alguna gente, por cierto. Me dan asco porque se comen entre ellas.
Sabes qué...guarda tu laptop

Oscurece y el sapo me pide de repente que me vaya.
Creo que lo tientan demasiado los insectos que se van pegando a la pantalla.

23.09.11

"Zürich en español es Zúrich


Así, con tilde en la u. Anótalo de una vez o cambia el nombre de mi blog”  
El sapo me dice asimismo que todo, absolutamente todo, ha de estar relacionado con el nombre. “Zúrich es el tema, nunca te salgas de él”, advierte levantando su dedito verrugoso.

-Y yo que pensaba que el tema aquí ibas a ser tú, Frosch…
-Pero claro que en realidad el tema soy YO, no por algo es MI blog. Tú, limítate a hacer lo que te digo, ok.
-Bueno.

17.09.11

Sapo es sapo

Obviamente no le creo al sapo cuando me viene con el cuento de que alguna vez fue príncipe. El hablar como los hombres no basta. Pero le sigo la corriente.

15.09.11

Y el príncipe se convirtió en sapo

Así, en tercera persona, termina siempre de contar su propia historia este batracio. Por eso, añade, un buen día crucé el charco y me instalé aquí. No aguantaba más. Tú no sabes lo que es eso. De verdad que no lo sabes. La verdad que no, respondo.