Dice que su relación con las babosas es de simple vecindad.
Que, dicho sea de paso, las encuentra repugnantes.
-¡Ah, como la mayoría de la gente! me sorprendo.
-Te recuerdo que yo también fui gente, e incluso príncipe…de pronto interrumpe en seco su relato (se ha percatado de mi gesto al ver moscas en su lengua)
-No te vayas, Frosch. ¿Y el blog?
Disminuye el paso. Se detiene. Piensa. Y termina de tragarse las moscas y su orgullo.
Brinca hasta tocar el agua.
Se da la vuelta y, ceremonioso, abre los brazos:
El río
En sus orillas encuentras no sólo babosas, sino todo tipo de bichos unos más raros que otros y, por supuesto, también están los típicos habitantes de los ríos y sus orillas. Ya sabes, peces, patos, luciérnagas…
Todos los animalitos son a su manera encantadores… sí, incluso los que ingiero.
Pero las babosas me dan asco. Sí, las encuentro repugnantes. Pero no por ser babosas y porque se arrastren dejando baba en el camino, como alguna gente, por cierto. Me dan asco porque se comen entre ellas.
Sabes qué...guarda tu laptop
Oscurece y el sapo me pide de repente que me vaya.
Creo que lo tientan demasiado los insectos que se van pegando a la pantalla.